
Desde la miniaturización de los mp3, el 90% de las personas que nos cruzamos corriendo, de los jóvenes que caminan solos o de los que están en una sala de espera, o de los pasajeros de un metro, llevan los cascos puestos, escuchan la radio o música.
En el caso de los que corren o caminan por la calle será difícil por razones obvias, pero no será raro subir a un vagón de metro y ver la mayoría de caras con unas gafas oscuras y gesto perdido. Lo cual puede ser divertido, si tratamos de adivinar quién está viendo una película de terror, una comedia o ímágenes de amor intenso.
Hoy en día debido a la novedad y como todo producto en pañales, el precio es elevado. Pero le auguro un futuro prometedor, no porque responda al anhelo de ver la tv de forma privada y en cualquier parte, sino por las posibilidades que abre al mundo empresarial de interactuar con los usuarios de formas que ahora no ertan posibles.
Imaginemos que un usuario de metro, o mejor, de tren, sube al vagón para un recorrido medianamente largo y conecta sus gafas para ver su serie favorita. Con la teconología actualmente existente podríamos interactuar con él de formas que ahora no podemos. La diferencia está en la comunicación visual y la auditiva. Si yo voy escuchando mi disco favorito, me repatearía que a través de mis auriculares me repitieran cada parada, me indicaran lo que falta para la mía, etc. Porque la atención auditiva sólo se puede prestar a una señal cada vez y de forma lineal, es decir, si alguien me habla a través de los auriculares no puedo escuchar la música ambas señales se superponen y es muy difícil "elegir con el oído".
Pero con la imagen es distinto, podemos discriminar y aceptamos muchas más señales visuales, no sería problema ver la imagen de mi serie, y en una esquina ver la cuenta atrás para mi parada, o que se muestre en otra esquina la siguiente parada.

Se abre un nuevo mundo para la publicidad en los transportes y en las salas de espera, sitios donde los ciudadanos pueden relajar su atención, no dependen de sus sentidos para su seguridad y tienen la movilidad reducida, en pocas palabras: terreno abonado al aburrimiento. Lo normal ahora es, escuchar la radio o música y leer, y seguramente lo seguirá siendo.
Pero también será cada vez más normal ver personas con estas gafas viendo una película, o la oferta audiovisual que me ofrezca la sala o el transporte, con su correspondiente publicidad, o navegando por internet o jugando.
Solo hay que pensar en que ahora los móviles pueden hacer de todo, pero en una pantalla reducida, pensemos en esas posibilidades con una pantalla de 32 pulgadas que es a lo que equivale la visualización en esas gafas.
Con una conexión abierta a través de Bluetooth, o WiFi o WiMax se puede interactuar con los reproductores para que muestren en pantalla información procedente del espacio en el que nos encontramos, y con un buen CRM y detección de presencia se puede personalizar esa infromación.
Esto no es una cuestión del futuro, la tecnología y las herramientas están todas en el mercado, ahora solo falta saber aplicarlas y canalizar esas posibilidades en la economía de mercado. La industria del marketing del contenido audiovisual tiene ante sí una nueva dimensión, nuevos espacios y nuevos espacios de tiempo (el de los trayectos o los de las salas de espera) en los que operar, y de forma personalizada.
Quizá el primero en llegar a comercializar ese marketing , no triunfe, pero los que vengan detrás se van a forrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario